Caminaba por Old Brompton Road. La mirada estaba atenta y perdida. En Londres, es inevitable dejarse llevar por los edificios y parques de determinados barrios, pero también has de ser consciente de que los vehículos se mueven por las calles de manera diferente. Cada vez que llegaba a un cruce, observaba con atención. Luego, me dejaba distraer.
Mi cabeza todavía estaba asimilando los lienzos de Edward Hopper visitados ayer. De su silencio, de su dureza, de su hermetismo tan amargo y dulce. Ahora, estaba pasando frente al concesionario de Ferrari. Seguí caminando.Me había quedado aturdido por aquellos delicados diseños de más de 500 caballos, que una vez matriculados, circularían en sentido contrario. que iban por donde tenían que volver. Como en Australia… ya, pero allí también el agua gira en sentido contrario. O eso dicen… Por eso es normal que en Autralia los coches circulen al revés…
Entre lienzos mudos y deportivos alborotadores, mis pensamientos, como el agua en un lavabo, también giraban.
Ambos compartían lo mismo: la belleza. Pero cómo poder aproximarnos a ella…, cómo poder valorarla, pero sobre todo, cómo descubrirla.
Entonces fue cuando las vi. A mi derecha. En el acceso al garaje de un bloque de viviendas. Eran tres. Entre siete y nueve años. Me quedé paralizado aunque no percibieron mi presencia. Habían sacado sus zapatos de sus casas y construido tres carriles con ellos. La acción comenzó: dos patinaban; la otra, corría…
Me dio tiempo a tomar tres imágenes. En la última, habían ya alcanzado la meta y ahora, eran ellas las que miraban para mí… sorprendidas, con una mezcla de curiosidad y precaución. En sus ojos flotaba una pregunta muda, como en los lienzos de Hopper. Ellas, que intentaban preguntarme, sin saberlo, acababan de darme la respuesta.
El ambiente, la narración, las imágenes que a una se le acercan cuando aludes al sur, a circular por la izquierda, al agua que se cuela en dirección contraria a las agujas del reloj, la fotografía, todo me recuerdan a esto, no a lo narrado en la canción, sí en la melancolía de la letra y de la voz, y de la voz secundaria que es aquí la de Jeff Buckley https://www.youtube.com/watch?v=9CEbAf-EHQ0